Facebook solicitó la patente de una tecnología denominada en inglés “Predicting house hold demographics base donimage data”. Básicamente lo que hace es categorizar la riqueza de las personas según las fotografías que suben a la red social.
De esta tecnología se sabe entonces que la red social no piensa detenerse en su afán de recopilar información, y más información nuestra. El modelo de negocio de Facebook es obtener datos gratis y venderlos por millones. Tan claro como el agua.
Cambridge Analytica y los perdones de Zuckerberg son tan falsos como las opciones para resguardar tu información en la red social.
La pregunta que nos hacemos siempre es cuál es el valor que la información tiene para las empresas y cuál es el valor que las personas le dan. Llama mucho la atención que lo que unos desprecian gratis, luego las empresas lo paguen por millones.
Hace muchos años con la llegada de internet, los sitios web y las nacientes redes sociales podíamos pecar de ingenuos y pensar que la información no era importante, que las empresas podían hacer muy poco con ellas. En el mejor de los casos venderme publicidad.
En la actualidad quién piensa eso está sintonizando mal el futuro. Si no quiere asustarse mejor detenga la lectura aquí.
La información que entregamos displicentemente a las empresas nos está moldeando y creando un perfil digital que será el que posiblemente nos condicione nuestra vida social, laboral y comercial. Y me atrevo a decir, que posiblemente perfile la suerte de nuestros hijos, y nietos y descendencia.
Vamos a ver algunos ejemplos prácticos de como la información y algoritmos crean una sociedad más injusta.
En la ciudad de Washington DC, Estados Unidos, se creó un algoritmo para prevenir el fracaso escolar. A partir de allí, evaluaban a los profesores de acuerdo a las calificaciones de sus alumnos. Quienes no superaban los objetivos eran despedidos. Lo que no consideraban los algoritmos era la situación socio económica de los alumnos calificados, tampoco el nivel que traían de su escolaridad anterior y peor aún, muchos profesores terminaron mintiendo en las calificaciones de los alumnos para evitar ser despedidos. Es decir, un simple algoritmo generó un problema mayúsculo en el sistema educativo de Washington, y laboral de los profesores.
Otro ejemplo que podemos dar para que entiendas el peligro de la información y su uso es un algoritmo que predecía que aquellas personas que pagaban sus cuentas al día tenían más probabilidades de ser buenos empleados. El problema en este algoritmo es que se beneficia a aquellos candidatos que pertenecen a niveles socio económicos altos, generando un espiral discriminatorio de los trabajadores con situaciones económicas difíciles. Lo peor de todo esto es que los algoritmos utilizados no son abiertos, por consiguiente si te rechazan de un trabajo nunca sabrás si es porque tu curriculum no es el indicado, o porque te retrasaste en el pago de algunas de tus facturas.
La información recopilada, volcada a algoritmos caprichosos puede hacer que nunca te concedan una hipoteca, que te rechacen una beca, que te detengan las autoridades y que te condenen a una pena mayor. Recomiendo la lectura del libro de CathyO´Neil Armas de destrucción matemática.
Ese es el verdadero peligro de los datos que entregas con absoluta soltura a las redes sociales. El riesgo no pasa por recibir más o menos publicidad. ¡No te dejes engañar!
En conclusión, la importancia de tu información no radica únicamente en lo que pueden saber de ti. Mucho más peligroso es lo que las empresas pueden creer saber de ti. Por eso en nuestros días es obsoleto hablar de datos sensibles, sino que lo apropiado es hablar de tratamientos sensibles de los datos personales.
Nota publicada en el diario El Cordillerano.
Abogado Argentino especializado en Derecho informático y Nuevas Tecnologías. Docente e Investigador en UES 21. Director de consumidorenlaweb.com